El mirador de la tensión [chananananana] (libre)

Calec había llegado hasta un mirador, cerca de la playa, siguiendo el olor a ángel que había percibido, inconscientemente. Cuando se dio cuenta de hasta donde había llegado se paró un momento, el olor era ya fortísimo, así que se acercó un poco más al lugar del que provenía y se sorprendió al ver a aquellas tres personas que tanto conocía,-a unas más que a otras-juntas.

Se colocó a una distancia prudencial, estaban allí Salazar; la simpática Nawo, la chica de la montaña y el estúpido demonio contra el que combatió por vez primera.

Se acercó con cautela y se colocó justo detrás del ángel para no interrumpir.

La linda compañera de especie de mi gatito se acercó sumisa al demonio. Creo que sabía, o intuía, que nuestras razas no eran en absoluto compatibles y acabaríamos llegando al punto de tensión inaguantable. La ví entrelazar su mano con él, y ladeé la cabeza tiernamente. Se parecían a nosotros, pero, al mismo tiempo eramos totalmente diferentes.

Sin saber si fue por el olfato, la intuición o simplemente por el lazo que nos uniría hasta la eternidad, supe que Calec se acercaba por mi espalda y sonreí de lado, retirando mi atención de la parejita de delante mia.
- Buenas tardes, lindo-. Saludé, antes de volverme a verle. La suave brisa que corría le revolvía el fino y suave pelo, jugando con él como a mi me gustaba hacerlo. Me sentí ligeramente celoso, por lo que adelanté mi mano para tratar de peinarlo. No lo logré, y reí suavemente-. ¿Qué tal?

Quise darle un simple beso en la frente, pero una vez noté su cálida piel bajo mis labios, no pude reprimirme. Al fin y al cabo, era sólo mio y sólo yo podía besarle, por lo que no quise privarle de cariño alguno. Le dí otro en la punta de la nariz y un suave pico en los labios, casi en la comisura. Y me limité a observar su reacción, imprevisible como siempre.

Empecé a notar el olor de gato que procedía de aquel ángel cada vez más y más fuerte hasta poder percibir una silueta a las espaldas del ángel. Era Calec¡ aquel niño malcriado al que gané en el primer combate y arañó mi suelo. ¿Qué haría aquel niño con ese ángel? ¿Le habría coaccionado para ponerlo en nuestra contra?. Él dijo que nosotros eramos una pareja imberosímil y ellos...increíble.

Agarrando fuerte de la mano a Nawo me solté de la baranda y coloqué mi espalda en la misma. Miré a la "parejita" y dije entre risas:

-Oye palomo cojo,te voy a hacer varias preguntas...la 1º,¿Tu dios defiende la homosexualidad?,2º,¿Tu dios defiende la zoofilia?3º, ¿Los animales van al cielo? y 4º y menos importante, ¿Tú eres un enviado de dios?

Noté como Leon apretaba mi mano, pero no le presté mucha atención. Había llegado Calec, y al verle con el ángel comencé a comprender todo lo que me había dicho la vez que nos conocimos.
Sonreí al verles, pero mi sonrisa se esfumo rápidamente al escuchar a Leon. Me giré para mirarlo frunciendo un poco el ceño. Solté su mano y apoye las dos en su pecho al tiempo que lo miraba.
- Leon, ¿que preguntas son esas? ¿Zoofilia? ¿Ir al cielo? claro, en el infierno si se nos admite, ¿no?- le pregunte con un tono de voz algo serio al tiempo que el pelo de mis orejas se erizaba, dando a notarse mi molestia.

Calec se dejó besar con los ojos cerrados y luego miró al ángel algo avergonzado, pero feliz. Luego, ignorando al demonio con una sonrisa de alegría, se dirigió hacia la chica, que por cierto, era también algo más alta que él, lo cual lo frustró un poco.

Aún así la saludó con un abrazo, cosa que no haría normalmente, pero quería molestar al demonio, al cual miró con su acostumbrada sonrisa malévola mientras abrazaba a la chica.

Entonces recordó su conversación con la chica en la montaña, aquel demonio debía ser aquella persona que tanto amaba, cosa que no entendía, ¿cómo podía amar a alguien así?

De todas formas se calló sus pensamientos por el momento, puesto que se había percatado de cierta tensión en el ambiente, por no hablar de las palabras de León, que personalmente le habían sido indiferentes, pero que no sabía como podrían sentarle a Salazar. Miró al ángel desde el lado de la muchacha, queriendo volver a estar junto a él.

El demonio nos miró como si no pudiese creerse lo que veía antes de recolocar su postura, de una manera más chula y prepotente de lo que yo hubiera creído posible en la pareja de una mujer gato tan simpática como ella. Escuché sus risas mientras soltaba varias preguntas con el objeto de molestarme, propósito que no cumplieron en absoluto.

Pero antes de que me diese lugar a responderle educadamente, su pareja habló frunciendo el ceño, claramente molesta. Me fijé en que, curiosamente, se le erizó el suave pelaje de las orejitas, y se me pasó por la mente que tal vez debiera guardar ese dato por si a Calec le ocurría lo mismo. Que, pensando en él, me dí cuenta de que se había ido a abrazar a la gatita con una expresión que yo creía conocer en él. El gesto de abrazarla, o bien era porque la conopcia muy bien y confiaba en ella, o bien por molestar al demonio. ¿Era yo, o ahí se conocían todos menos yo?

Antes de responderle al demonio, extendí un brazo en dirección a Calec, reclamando su presencia a mi lado, y preparándome para envolver su fina y delicada cintura con cariño. La sonrisa de amor que le dediqué a él, la cambié por una de llana amabilidad al tiempo que le respondía a mi opositor.

- Alguna de esas preguntas no estoy autorizado a responderlas, pero creo que debes saber que no sirvo a un dios, sino a un propósito celestial, es diferente. Así mismo, defendemos el amor en todas sus formas, y, al cielo no acceden cuerpos materiales, sino almas. Todo aquello que posea una, es susceptible de entrar por las sagradas puertas. Incluyendo a los que tu llamas animales-. Finalicé esa parte de mi pequeño discurso con el mismo tono suave de amabilidad y educación que poseía siempre, antes de ampliar mi alegre sonrisa-. Pero veo que aquí nos conocemos todos, menos yo; así que me presentaré. Mi nombre es Mal’akh Salazar, encantado.

A la damisela presente le dediqué una cortés inclinación, acompañada de un leve beso en el dorso de la mano, y a él, le tendí la mano a pesar de que era muy posible que me la rechazara.

Nawo se sintió afligida por mi comentario,un comentario que no iba en contra suya,sino en enfadar al ángel,al cual no conseguí mosquear nada. Pensé que ya hora de parar mis frases ofensivas hacia él. Pero ahora había mosqueado a Nawo y tenía como pensar en como hacer las paces.

Extendí la mano hasta tocar la del ángel la agarré fuerte y lo atraje hasta mi de un pequeño tirón susurrándole al oído.

-Otro día me gustaría hablar a solas contigo.Por hoy todo ha terminado.

Me separé de él y pasé mis brazos por sus caderas y la atraje a mi hablándole muy flojo al oído.

-Mi...mi comentario no iba contra ti,lo siento si te ha molestado.

Sonreí un poco, sorprendida por la efusividad de Cales, pero le devolví el abrazo en silencio, mientras trataba de tranquilizarme por las palabras de Leon. Tras esto el ángel volvió a hablar, no me parecía malo ni peligroso, no olía como tal, y además parecía ser la pareja de Calec, por lo que debía tratar de rebajar esa tensión.
Mal´akh, era un nombre extraño, nunca antes había oído un nombre así, pero no me pareció un mal nombre. Sin embargo, cuando cogió mi mano y la besó me puse bastante tensa, tratando de no retirarla y retroceder hasta esconderme tras Leon por pura educación. No estaba acostumbrada al contacto físico con desconocidos, y aunque fuera tan importante para Calec no significaba que fuera a fiarme tanto de el.
Tras todo esto, sentí las manos de Leon en mi cadera, atrayéndome hacia el, puse un poco de resistencia, aún algo molesta por su comentario. Pero tras escucharle no pude evitar suspirar derrotada, no podía enfadarme con el, ya conocía su carácter, y sabía que no lo había dicho por mi.
Agaché las orejas y pasé mis brazos detrás de su cuello y lo estreché contra mi, al tiempo que le hablaba flojo y al oído.
- No pasa nada...pero trata de ser mas amigable...por favor- lo último parecía mas una suplica que una petición, y tras soltarlo me dirigí al ángel.
-Yo...soy Nawo- dije con cierta cautela aún. Y tras esto miré a Leon, arqueando una ceja en espera de que se presentara.

Calec cogió la mano del ángel y se colocó a su lado, abrazándole por el costado mientras miraba al demonio con mala cara.

De forma casi inconsciente, el rostro del gato se volvió de enfado y tiró de la camiseta del ángel, como un niño que busca atención, al ver como Salazar besaba la mano de Nawo.

Luego miró con verdadero odio al demonio, no le gustaba nada que tratase así a Salazar, y más tarde se dio cuenta de lo posesivo que se había empezado a volver y se separó un poco del ángel, pero sin soltarle la ropa.

Para mi gran sorpresa y casi alegría, aceptó mi mano aunque la tocase como si estuviese infectada de algo; pero no se limitó a sacudirla, sino que me acercó a sí mismo. Presté la oreja para no perderme nada de lo que me tenía que decir, y cuando terminó y me soltó, y pude volver a mi sitio, reí con fuerza.
- Cuando quieras y donde quieras, demonio.


No añadí nada más dado que ví que iban a tener su momento parejita, donde él, con un caracter bondadoso en el fondo; se iba a disculpar con ella. Y por ello, y porque me apetecía más que nada en el mundo, me volví a ver a Calec. No había pasado por alto, teniendolo como lo tenía agarrado, que me habia tironeado de la camisa cuando me incliné a besarle la mano a la tensa gata, y que luego se había soltado.

- No te sueltes, o pensaré que ya no te gusto-. Le susurré a su graciosa orejita, abrazándolo con fuerza y queriendole así decir que no me desagradaban en absoluto sus celos, sino más bien al contrario-. Trataré de no volverlo a hacer, lo siento. ¿Me perdonas?

Le miré sonriendo muy tiernamente complacido, antes de robarle un suave pico. Me detuve un par de segundos en su cálida carne, y cuando me separé no pude resistirme y le lamí con la punta de la lengua el labio, riendome suavemente. Justo entonces, noté que ella se iba a dirigir a mi por su lenguaje corporal, por lo que -sin soltar en absoluto a mi minino- me volví a ella, sonriente.

Miré al ángel y reí a carcajadas,parecía que algo le retenía a no pelear o no hablar en serio, desde aquel entonces me dí cuenta de que amaba a aquel niño y yo con Nawo...no me había portado muy bien. Aún así me quedaron fuerzas para soltar mientras me reía.

-Aquí no?-dije mientras empezaba a reír de nuevo-parece que le quieres,espero que tu dios lo entienda como yo.

Después de mi pequeña charla con el ángel abracé por la espalda a Nawo,mientras nuestra diferencia de estaturas se resaltaba más que nunca. Me acerqué a su oído mientras empezaba a susurrarle.

-De verdad,perdóname...a veces me comporto mal...y...no entiendo todavía como puedes quererme,soy odioso.

Cuando vi que el ángel, le seguía el juego a Leon, recé en mi interior para que este no se lo tomara en serio y se pusieran a pelear, ya que conociéndole era capaz de hacerlo. Aunque, tras lo último que dijo, comprobé que parecía estar empezando a tranquilizarse un poco.
Observé a la otra pareja, sin poder evitar que una pequeña sonrisa apareciera en mis labios al ver a Calec así. Por mucho que me lo había tratado de negar en nuestro primer encuentro, estaba claro que se encontraba enamorado del ángel, y el ángel del propio Calec.
Me encontraba absorta en mis pensamientos, observándolos con disimulo, cuando noté los brazos de Leon rodeándome, y sacudí un poco las orejas antes de bajarlas. Me pedía perdón, ¿como no iba a perdonarle? No podía enfadarme con el, pero tampoco debía ser muy permisiva, por lo que pasé mis manos por encima de las suyas y giré el rostro para mirarlo con una pequeña sonrisa.
- Leon, te quiero como eres, no eres odioso, solo tienes un carácter un tanto difícil- dije riéndome un poco - Pero a mi me gusta ese carácter- dije ampliando la sonrisa - Aunque eso no quiere decir, que puedas comportarte como quieras... te tendré controlado- dije volviendo a girar el rostro con una sonrisa algo maliciosa.

Al percatarse de que ya no había tanta tensión en el ambiente, Calec se relajó y soltó la ropa del ángel para coger su mano, entrelazando sus dedos. Aprovechando que Nawo estaba hablando con León, Calec giró con su mano la cabeza de Salazar hacia si y le otorgó un beso, largo y apasionado, que continuó aún cuando la otra pareja ya no estaba hablando.

-Te quiero, siento ser tan posesivo.-Se separó de él, sin dejar de mirarle a los ojos y susurrándole aquello mientras sus labios estaban aún a pocos centímetros. Se separó por completo de él, soltando su cara y volvió a mirar a Nawo y León, percatándose de que ya no estaban hablando y poniéndose un poco nervioso por lo que había hecho delante de ellos, apretando con más fuerza la mano que sujetaba.

Entonces recordó la conversación con Nawo y decidió comentarle algo sobre lo que habían hablado y que ahora podía comprobar con sus propios ojos.

-Nawo, ahora entiendes mejor lo que hablamos que tanto me costó decirte-Le dijo, hablando un poco en clave, sobre aquello de cierto ángel perverso del que estaba enamorado.-La verdad es que nunca hubiese pensado que León era aquel del que me hablabas, pero me alegro por vosotros-Admitió con sinceridad, aunque no entendía que había visto Nawo en un tipo como ese, si era lo que le hacía feliz se alegraba por ellos.

La risa del demonio tenía un toque muy... demoníaco, recuerdo que pensé, mientras sonreía casi tentado de reir al oir su comentario. Tanto él como yo, sabíamos muy bien que si había algún enfrentamiento (si es que lo había) no sería delante de nuestras parejas; por lo que por ahora nos controlariamos... ambos. Un ángel no puede ocultar sus ganas de evangelizar todo lo que ve. Incluso aunque los entrelazados dedos de su amante le distraigan, haciendole pensar en cosas... privadas.

La gata parecía limitarse a observar, aunque yo intuía que si fuera necesario desplegaría todas sus artes para frenar a su pareja -cosa que por otra parte, era más que obvia. No iba a ser necesario, de todas maneras, puesto que él la tomó de tal manera que supe que ya era hora de dejar de mirarles, y darles; de nuevo, intimidad.

Pero, no tuve que hacer esfuerzo alguno en volver mi vista a los profundos ojos de mi lindo gatito, puesto que él me tomó como quiso, haciendome mirarle. Cerré los ojos en cuanto sentí sus labios sobre los mios, sin esperarme la pasión del perfecto besto que me otorgó. Correspondí a su fogosidad, al principio controladamente; pero al notar que sus labios demandaban aún más, simplemente se lo dí. Pasé mi mano libre por su cadera para acercarle peligrosamente a mí, para acercarle aún más, si era posible; al tiempo que mordía dulcemente sus labios.

Jadeé ligeramente, sonriendole al oirle la frase que había interrumpido nuestro beso. Ni siquiera pude alzar la cabeza al tiempo que él, hasta que no me apretó la mano, no me dí cuenta de que tal vez se sentiría avergonzado de tanta... "efusividad" delante de ellos. Correspondí su apretón recordándole así que yo estaba allí, con él, y me obligué a mi mismo a dejar el aire correr entre nosotros. No mucho, lo suficiente como para poder controlar el deseo de saltar sobre él sin importar quién mirara.

Carraspeé, revolviendome el pelo para tratar de distraerme, mientras volvía a retomar pleno control y conciencia sobre mis actos. Miré divertido al demonio... A leónn, mientras los que compartían raza hablaban encriptadamente. No pude evitar preguntarme a mí mismo cómo le sentaría aquella demostración de amor al chico del infierno.

El ángel y el gatito rebelde empezaron a besarse,a darse mimos y a acariciarse,cosas normales de pareja. Realmente me daba igual lo que hicieran,no merecían mi atención tanto como Nawo. Me sentía culpable por tratarla así. Agaché un poco mi cara buscando sus labios con los míos mientras mis manos empezaban a tocar sus caderas hasta poder agarrarlas. Levanté mi boca de la suya y la puse al lado de su oreja:

-De verdad,perdóname,eres lo que más quiero y...si te pierdo me muero.No me imagino un día sin ti. Llenaste por completo este corazón obsoleto...si es que lo tengo...-dije mientras me reía.

Parecía que Calec estaba en buenas manos con el ángel, por lo que no me preocupé. Ahora tenía que atender a Leon, el cual parecía seguir arrepentido pro su comportamiento de antes. Sonreí un poco para mi y lo observé, no era tan malo, solo era ese carácter suyo...pero podía soportarlo. Lo ví buscando mis labios, y no puse resistencia, sino al contrarió.
Noté sus manos en mis caderas, y a pesar de la presencia de la otra pareja, no le dí importancia. También escuché atenta lo que dijo, ante lo que sonreí un poco antes de mirarlo.
- No pasa nada, tranquilo- dije cogiendo su rostro con cuidado y obligandole a mirarme - Yo tampoco quiero imaginar un día sin ti, ya no. - dije antes de depositar un pequeño beso en sus labios. Tras esto, sacudí un poco las orejas sorprendida, al recordar que no estábamos solos, cosa que recordé gracias a la voz de Calec. Me separé un poco de Leon, y me volví hacia Calec.
- Si, lo recuerdo...me alegra saber que aclaraste tus dudas, se te ve que te quiere mucho tu "ángel de la guarda"- dije con una pequeña sonrisa observando a ambos.