Vida: 0
No fallé en mi derechazo, cosa que no me sorprendió para nada puesto que los entrenamientos no eran en vano. Pero sorprendentemente, no le dejé tumbado en el sitio como yo hubiera deseado, sino que, mientras se masajeaba la mandíbula justo donde había encajado mi golpe, se levantó con mucha voluntad.
Yo sabía que estaba perdido. No porque estuviese herido -él estaba peor- sino porque ese brillo que tenía en la mirada era del alma decidida a vencer. Yo nunca me rendía, pero no tenía más remedio que enfrentar ese ataque de frente, así que me preparé para otra de esas bolas de energía. Lo que recibí sin embargo fue una especie de ondas, más potentes y letales, dado que se colaron por las mínimas brechas de mi armadura celestial, y me dieron de lleno.
Me levantaron hacia atrás, al tiempo que llegaban a mi carne, y tuve que forzarme a mi mismo a caer sobre mis pies dando una voltereta, o me jodería la armadura. Caí sin embargo de rodillas, y no pude levantarme, jadeando por el lacerante dolor de las ondas. Me quité el casco, y me levanté para tomar mi espada y apoyarme en ella.
- Bonita pelea. Algún día tendremos que repetir-. Un caballero siempre sabe cuándo está acabado, por lo que le tendí la mano, con una sonrisa.