Ying-Yang (Zacknafein y Salazar)

Asi era el lugar donde me desperte aquella maniana nubosa. Estaba en lo alto de una colina, donde la noche anterior habia estado entrenando. Era un lugar apartado del mundo, donde la niebal abundaba, el aire era frio, denso... un sitio perfecto. Me gustaba el frio, porque no me afectaba mucho. La oscuridad de las densas nubes porque podia ver mejor, y sobre todo... La altitud, lo que me distanciaba de los demas. O sea, que aqui era mi nuevo lugar para entrenar.

Anoche cai abatido despues de un dia entero sin descanso; mejorando mi resistencia. Habia luchado durante dias sin cesar, pero eso era en pura desesperacion para no morir. Solo tenia mis pantalones y botas, ya que tenia hasta calor y no habia ganas de tener la parte de arriba. Dormia placidamente hasta que senti la presencia de alguien. La presencia de ese ser era muy parecido al ser que me hizo la herida, la zicatriz, que ahora llevo en el pecho (del hombro izquierdo terminando un poco por el muslo derecho.

El ser que me hizo eso, era asi:



Prefiero no recordar mas sobre este angel, entonces me centre en el otro angel que se aproximaba por... ahi? Me gire y lo divise con mi vision infrarroja, acercandose imponente, luminoso, como todos los demas angeles de este mundo. No me tense, me relaje. Me gustaban los angeles... buena gente, y no solian juzgarme.

Vacaciones en el bufette, primer enemigo liquidado. Tres días justos tenía para poder relajarme a mi gusto y a mi manera. Por lo que tomé mi armadura entera, y vistiendome con ella, salté al aire desde mi balcón. Tomé sin dificultad una racha de arie caliente que se elevaba y comencé a alejarme todo lo posible del mundanal ruido.

Cerré los ojos, y me guié por mi brújula interior en busca del lugar más pacífico de las inmediaciones. Realizando varios loopings y piruetas, por el simple hecho de que me aburría volando en linea recta, acabé por intuir la presencia de un demonio en mitad del remanso de paz al que me dirigía.
Inmediatamente, abrí los ojos, me resultaba curioso y mucho, la verdad.

Lo divisé inmediatamente, en mitad de un prado en el que poder aterrizar, e inmediatamente supe que aterrizaría allí. Realicé un par de vueltas a lo águila para comprobar el terreno colindante, y finalmente, toqué tierra a pocos metros del demonio.

De piel oscura, y pelo blanco cual nevada de monte, sus ojos eran muy interesantes.
- ¿Entro en territorio enemigo?-. Pregunté cortés y cordialmente primero, queriendo asegurarme de no causar molestias; con una pequeña reverencia. Su presencia no parecía muy habitual aqui, pero nunca se sabía.

Y ahi estaba. Mis ojos lilas se pusieron a mirar a los suyos, aunque los mios en esta leve oscuridad brillaban un poco. Su calor corporal era menor del de la mayoria de los seres de este mundo. Los demonios tenian el mas alto y los angeles el mas bajo. Sonreia levemente, sin preocupacion, mientras le decia con mi normal tono de diversion que tenia con los angeles. Me puse la espada sobre el hombro y, ambos yo y mi espada lo analizamos. Me sacaba una cabeza entera, aunque no me intimido. Estaba acostumbrado a que la mayoria sean mas altos que yo, aunque eso no quiera decir nada en fuerza y en destreza.

-No, para nada. Pero vamos, creo que lo habrias notado si lo hubieses hecho. Tu mejor que nadie sabria si soy un enemigo o no.- Le dije acercandome, teniendo que inclinar la cabeza levemente para poder seguir viendole la cara. Empece a dar vueltas a su alrededor, con mi espada a mi costado, aun analizandolo. Me gustaba su armadura, era... le di un suave golpe en el hombro y entonces me plante enfrente suyo de nuevo; Era una armadura divina. -Creo que no hubiese venido sino quisieras algo, aunque solo fuese informacion para tu aparente curiosidad... no?-

Directo, como todos los de su raza, se dedicó a mirarme a los ojos, midiendose conmigo. Se lo permití, a pesar de que yo no tenía la más mínima gana de luchar contra él. Era una reacción natural en dos miembros de dos razas confrontadas el de medir la fuerza del posible adversario antes de entablar ningún tipo de contacto con susodicha persona.

Pero eso sí, curiosos ojos. Eran los primeros de esa tonalidad que veía. Su sonrisa era leve, pero existía y eso ya era un gran comienzo. Quiso examinarme desde todas las perspectivas posibles, y me propuse estarme quieto para no molestarle en su propósito. Cuando golpeó mi armadura, el gong que sonó tenía un toque delicioso, como si el metal hubiese encontrado su contrapunto con ese certero y suave golpe.

- Lo sé, pero nunca está de más asegurarse de no estar en zona de peligro.- Le respondí, cuando terminó de darme la vuelta, ampliando mi sonrisa-. Y sobre mi propósito para viajar, no era otro que el de descansar. Pero supongo que bien sabrás que la curiosidad celeste no cesa nunca así que... ¿Tienes tú respuesta para mis preguntas?

Sonreia amigablemente, eso era bueno. Icingdeath, mi espada, dormía plácidamente, indicio de que este angel no era ningun peligro. Puse mi mano por delante, con afán de saludarle como es debido (cogiendole de la mano, con toda la amigabilidad del mundo). -Soy Zacknafein Drizzt Do'Urden. Un placer, y... sí, quizás tenga respuesta a sus preguntas, venerado angel.- Le dije, reverenciando levemente (inclinando la cabeza hacía alante, como saludo).

Mientras esperaba que me diese la mano, pensaba en lo que creo que preguntaría; El juego. Yo aún no había averiguado gran cosa, pero al menos avanzaba. Ningún combate que había entablado, aunque no estuviese en la cúspide de mi poder, los gané. Entonces... pronto conseguire algo de información... espero. Icingdeath me dijo que cuanto más luchase, más pronto volvería mi poder.

Extendió su mano en un gesto poco usual entre nuestras razas al tiempo que se presentaba, y reí con ganas tras esperar cortésmente a que se presentara. Una vez lo hizo, le dí la mano con confianza en un par de movimientos antes de volver a soltarle, secos y normales en mí que delataban mi carácter: cálido pero duro. En un mundillo como el de los abogados, un apretón de manos siempre era revelador.

- Mal'akh Salazar, encantado Zacknafein. Me alegra encontrar a un demonio dialogante, después de todo-. Tal y como ocurría siemrpe que estaba relajado, sonreía con tranquilidad observando atentamente mi entorno-. Si conoces la mitad de las respuestas a las preguntas que siempre me rondan la cabeza, creo que podré decir que he conocído a uno de los hijos de Palas Atenea, la mítica diosa del saber antiguo ¿Hay algún sitio donde podamos hablar tranquilamente?.

Al fin y al cabo, ángeles y demonios están hechos de la misma materia suprema, sólo que un amplio risco separaba nuestros caminos. El bien y el mal, conducían en el fondo hacia el mismo lugar. Era muy probable que más de uno de los antiguos -sí, los hay más antiguos que yo- fuese realmente un hijo de deidades perdidas o ahora dormidas.

Correspondía a su serena y segura sonrisa con la mía, mostrandole levemente mis afilados dientes, aunque sin animo de intimidar, ni ofensa. Entonces, oí como hablaba de Atenea y... Bah, dioses griegos. Entonces, me pregunto sobre si había un sitio tranquilo donde hablar. Más tranquilo que este creo que era difícil, le dire que aqui esta bien. -Mister Salazar, aqui esta bien. A no ser que tenga alguna objeción, este sitio es mejor que puedes encontrar. No pasa nadie y no nos vera nadie, ni siquiera con mis ojos alguien podría vernos nitidamente.- Dije haciendo que se sentase, poniendo mi mano en su hombro, y sin mucha dificultad bajarle (ya que no opinia mucha resistencia. Aparte, era bastente fuerte). -Preguntame pues.-

Curiosos dientes, by the way. Pero no me detuve mucho en ellos, dado que había tomado la iniciatiba clamando que éste era el sitio perfecto para hablar tranquilamente y tomándome del hombro para sentarme. Directo. Otra cualidad más de los demonios. Espera... ¿Esa no la conté ya? Bueno, daba lo mismo.

El caso, que aparté mi arma de la trayectoria de mi trasero para no causar demasiados estragos y me senté sobre el verde prado de la montaña.

- Pues bien. Supongo que lo sabrás igual que yo. ¿Quién es el que envía esas cartas? Y con qué propósito. No es sano. No es natural. Enfrenta a razas que de otra manera jamás se atacarían, y mi deber como ángel, es acabar con esta situación. La justicia prevalecerá, cueste la sangre que cueste-. No pude evitar enfurecerme un poco, mi misión era acabar con ello.

Medite lo que dijo y observe como se enfadaba levemente. Me sente comodamente y entonces le dije. -Te voy a contar lo que sé, o al menos deduje...- Dije tomando aire y soltandolo todo de golpe, esperando su respuesta. -Este ser no quiero matarnos, nos utiliza? No, porque no hacemos nada por el/ella, aun. No creeis que... se parece un poco a una eliminatoria? Estamos luchando costantemente, y... el/ella esta vigilandonos, buscando los mas fuertes, sino... por que juntan los que ganan con los que ganan? No tendria sentido si no es para conseguir al mas fuerte, o los mas fuertes... no?- A ver que decía.

Me acompañó tomando asiento antes de responderme, al parecer meditando la respuesta. Le contemplé curioso, nunca se sabía lo que un demonio podía decir ni el bando que podía tomar, a pesar de que el demonio fuese tan peculiar como este era. Puse toda mi atención en él cuando declaró que iba a contarme todo lo que él sabía, o deducía; alzando las cejas levemente para darle a entender que no me perdía ni una sola de sus palabras.

- Nadie ha muerto durante ninguna batalla aún, así que supongo que en eso de que no quiere matarnos, tienes razón. Pero no estoy seguro de que no hagamos nada por esa persona. ¿Y si le complace tan sólo ver los combates? Al igual que todo puede tener un propósito, puede no tenerlo. La crueldad es practicada como entretenimiento en muchos sitios, doy fe de ello-. Dije, contrariandome cada vez más y frunciendo el ceño. Suspiré, para tranquilizarme, y proseguí.- Nunca tendremos claro el por qué esta situación hasta que la persona que la provoca no confiese. Así, que, siguiendo ese razonamiento nos sale a mejor cuenta tratar de dilucidar cómo nos vigíla. Porque así, podríamos llegar a saber quién es.

No me importaba confiar en él, dado que nunca me había importado en quién confiaba. Si resultaba que era una buena alma (como creía que él era) acabaríamos igualmente confiando el uno en el otro, y si resultaba que era un condenado, tal vez mi confianza le diese el apoyo suficiente como para regresar al camino de la luz.

Sea lo que sea, me acabo de acordar que tenía una cita con Emily. Me levanté rápidamente y le dije, con un tono de disculpa y cierta prisa. -Perdona, pero tengo que irme... tengo una cita. En otro momento hablamos y te cuento lo que sepa... ok?- Le dije cogiendo mis cosas y despidiandome con la mano. -Adios.- Entonces salí corriendo colina abajo.