Apenas si apareció una diminuta sonrisa entre su sonrojo, pero me fue suficiente como para convencerme de quedarme y charlar con ellos; así que acepté su invitación y tomé asiento allá a donde me asignó, entre ambos.
Esperé correctamente a que nos presentase él, dado que era él el elemento en común, y la verdad, tenía curiosidad por ver cómo hablaba de mi a los demás si es que lo hacía. Cuando me presentó por mi apellido, casi me dió por reir.
- Encantado igualmente, Lere-. Educado, a pesar de todo, ¿cómo no? -. Pero no deseo nada, tranquila, estaré bien. Puedo prescindir de ciertas necesidades, y ahora mismo no me apetece nada.
Confieso que dije aquello -aparte de porque era verdad- porque deseaba mantener el sabor de mi gatito en mi boca. ¿Qué? Cada loco (loco enamorado, cabe decir) con su tema.
- Pero cuentame, ¿de qué conoces a Calec? Apuesto lo que quieras a que no es una historia aburrida.- Sonreí, entablando conversación con naturalidad.