tienda de tatuajes, trabajo de Sanosuke [Edgar y Sanosuke+18 ]

Abrí la puerta de mi tienda y coloqué el cartel de abierto. Después del incidente del día anterior no había tenido ganas de volver a llamarlo. Me quité la chaqueta y la guardé en un pequeño armario, mientras comenzaba a montar la máquina y a preparar las agujas para tatuar. Estaba en el pequeño cuarto donde tatuaba, cuando escuché el sonido de la campanilla que colgaba en la puerta. Cogí un trapo y me limpié las manos mientras salía con una sonrisa a recibir al cliente. Pero esa sonrisa se congeló junto a todo mi cuerpo al asomar por la puerta y ver de quien se trataba.

Mi pasada "cita" duró demasiado poco. Aquel chico me atraía,nunca abandonaba sus principios y eso le honraba,pero hacerlo mio se hacía cada vez más difícil. Sabía que era tatuador,así que empecé a buscar por las tiendas cercanas. Hasta que por fin lo encontré.Allí estaba,lavando sus manos con un trapo viejo mientras su cara parecía un poema. Apoyé un codo sobre el mostrador y encima de él mi cabeza.

-Tan guapo como siempre

Me sobresalté un poco por sus palabras, pero rapidamente reaccioné. Tiré el trapo de mala gana sobre el mostrador, sobre el que apoyé ambas manos, y lo encaré con gesto molesto.
- Que haces aquí, porque dudo que vengas a tatuarte- dije alzando una ceja mientras lo examinaba. Mas que molesto, me encontraba asustado, cosa que jamas reflejaría. No entendía como me había encontrado, pero era algo que me resultaba inquietante.

Era tan...mono.No le gustaba demostrar que tenía miedo de mi,pero eso no se demuestra,eso se huele. Levanté sobre el mostrador y me puse erguido. Con mi mano derecha empecé acariciar su mejilla mientras me adelantaba un poco para poder besar sus labios.

-Es que haces horas extras...ayer tatuaste tu nombre en mi corazón y ya que no tenía nada mejor que hacer...vine a visitar a mi artista...que tal estas?

Abrí los ojos mientras lo miraba sorprendido. ¿Por que se comportaba de formas tan distintas? Temblé un poco al notar como acariciaba mi mejilla, pero no pude evitar parar cuando noté sus labios sobre los mios. Cerré los ojos ante esa extraña sensación. Me había besadp con ternura, como si...le gustase?
Me separé un poco, totalmente bloqueado cuando terminó el beso. No podía responderle, no sabía como hacerlo ni que decirle.
-yo..bueno...¿que haces aquí?- dije titubeando un poco al principio, y terminando tratando de sonar molesto, aunque por el tono rojo de mis mejillas se notaba que no era del todo así.

El chico empezó a sonrojarse después del beso. Intentaba mostrar enfado,pero no lo conseguía. Sería que él era muy cortado o es que yo le gustaba. Quería saber que pensaba de mi. Yo no podía seguir con esto si en realidad él me odiaba. Salté el mostrador pasando primero las piernas y quedé enfrente suya. Mis dedos fueron a parar a su barbilla y giré un poco mi cabeza para poder besar de nuevo sus labios.

-Dime que me quieres...sino lo haces me iré y no volveré nunca...dilo¡

Retrocedí al ver que atravesaba el mostrador, pero la puerta de la sala de tatuajes me impidio retroceder mas. Volvió a juntar sus labios con los mios, y no pude evitar disfrutarlo, me maldije por hacerlo y cerré los ojos. Subí mis manos por su pecho, hasta que noté como se separaba y abrí los ojos.
- yo...- bajé la cabeza, desviando la mirada avergonzado, me había ganado, y no podía negarlo- quédate...- dije en voz baja mientras tragaba saliva.

Eso era lo que quería oír...por fin era mio. Pero...todavía no había dicho las palabras mágicas. Solo quería que no me fuera,no que me quería. Si el no me quería yo no podía estar con él.Su amor era lo único que me importaba,solo eso.

Quité mi mano de su cara y la dirigí junto a la otra hacia su trasero mientras me pegaba contra él más y más y dirigía otro beso a su boca. Después del beso mi voca se acercó a su oreja como de costumbre y empecé a pronunciarle muy flojo.

-No digas eso...dime que me quieres...dilo...

Cerré fuerte los ojos al sentir como se pegaba mas a mi y como sus manos aprisionaban mi trasero, pegandolo peligrosamente a el. A pesar de que parecía comportarse de la misma forma, su trato era distinto. Tragué saliva, al sentir su aliento en mi oido, ¿tan importante era que dijera eso? Me resultaba humillante tener que rebajarme a decirlo, pero no quería que se fuera. Después de todo...debía aceptar que esta vez me había ganado, supongo que era hora de aceptar la derrota...o lo que sentía.
Bajé la cabeza todo lo que pude, sin soportar aguantarle la mirada.
- yo...te quiero...- dije como un niño pequeño que se veía obligado a admitir la derrota.

Él...también me quería. Por fin lo dijo,por fin se tragó su orgullo.Era mío,era mi muñeco y yo podía hacer lo que quisiese con él. Ante su respuesta sonreí y lo besé de nuevo,esta vez,buscando su lengua con la mía.

Metí las manos por debajo de su camisa y empecé a subirla hasta quitársela del todo y la tiré al suelo. Mis manos empezaron a toquetear cada uno de sus tatuajes corporales mientras seguía mi particular juego con su lengua.

-Quiero hacerlo,aquí y ahora

Cerré los ojos con fuerza, mientras sentia su lengua irrunpiendo en mi cabidad bucal. Al final tenía lo que quería, ambos lo teníamos. Pasé mis manos detras de su cuello, enredando mis dedos en su pelo mientras mi lengua correspondía a su juego como podía. Pude notar sus manos debajo de mi camiseta, y le ayude con torpeza cuando empezó a retirarmela.
Se separó un poco para hablar, y sus palabras me volvieron a bloquear. ¿Allí? ¿ahora? Miré a mi alrededor en la tienda y me separé dirigiendome a la entrada. Dí la vuelta al cartel de abierto, para que apareciera cerrado. Tras esto volví a dirigirme donde me encontraba.
- ¿por que tiene que ser aquí y ahora?- pregunté frunciendo el ceño algo rojo, mientras me colocaba de espaldas a la puerta que daba a la pequeña sala donde realizaba los tatuajes.

Puse ojitos mientras empezaba a acercarme con él con cuidado hasta arrinconarlo contra la pared de la tienda y empecé a jugar con su cuello mientras con mi mano derecha empecé a acariciar su pectoral derecho. Al terminar con cuello puse mi boca delante de la suya y empecé a exhalar mi aliento algo agitado. Miré sus bellos ojos y me dispuse a hablar:

-Tú...no quieres?

Noté como me aprisionaba contra la puerta y tanteé en busca del pomo al sentir sus labios por mi cuello. Cerré fuerte los ojos ante sus caricias y reprimí cualquier sonido que pudiera llegar a emitir. Solo abrí los ojos al notar su aliento y me encontré con su mirada.
Era esa maldita mirada, la que conseguía hacer flaquear mi voluntad. La que me convertía en una presa asustadiza ante el. Exhalé mi aliento sobre sus labios, pensándome bien lo que estaba apunto de hacer. Pero el era mi perdición y llegados a ese punto mi paciencia no me contendría mas.
Uní mis labios con los suyos, con cuidado, casi con miedo, mientras giraba el picaporte de la puerta y abría esta, pasando al interior mientras lo miraba, esperando ver si me seguía.

Pasé al interior de aquel cuarto donde él entró. Era el típico sitio donde en las películas el tatuador realizaba su trabajo. Una camilla y al lado la maquina de agujas,que a simple vista me daba un poco de miedo con tan solo verla. Pero decidí dejar de lado la camilla y empecé a acercarme lentamente a él hasta arrinconarlo contra la pared y tiré mi chaqueta roja a un lado. Empecé a abrir las hebillas de la armadura de cuero negro y la hice a un lado. Reposé mis labios sobre los suyos y empecé a bajar hasta llegar a su pezón derecho,con el cual jugueteé con mi lengua buscando que su excitación fuera grande.

Continué retrocediendo al verle pasar al interior de la sala, hasta que mi espalda topó con la pared. Edgar pareció no tardar mucho en arrinconarme, y con insultante facilidad, se deshizo de mi armadura de cuero.
Comencé a notar su lengua, jugando con la sensible zona de mis pezones. No pude evitar cerrar los ojos con fuerza, reprimiendo un gemido de sorpresa y dejando caer mi cabeza contra la pared. ¿Por que se sentía tan bien esto? Generalmente, era yo el que tomaba ese papel, el predador que devoraba su presa. Pero esta vez, no era mas que una presa, entre su predador y la pared.
Una pequeña oleada de calor, empezó a invadirme, fruto de la excitación. Pero aún así, conservaba un poco de dominio racional sobre mi mismo.
Pasé una mano por su pecho, tratando de frenarlo un poco, pero al no conseguir ningún resultado, lo cogí del cuello de la camisa, y nos fui arrastrando poco a poco hasta la pequeña encimera donde tenia el material.
No tardé en hacer las cosas a un lado, y mucho menos tardé en girarnos dejándolo a el contra la encimera. Pareció sorprendido, por lo cual, esta vez aproveché para tomar el control de la situación, y comencé a besarle, mordiendo sus labios de forma demandante.