Hace unos días, hablé con Lere y decidí llevar una nueva vida, pero según iban pasando los días, era difícil dejar el gran sadismo que llevaba en mi interior. Al final, me dí cuenta de que parecía que iba a ver algo con un viento tan fuerte, que no era recomendable salir de casa.
Era perfecto para mí. Me coloqué un vestido negro con mucho vuelo en la parte de la falda. Nada más salir de casa, la falda empezó a elevarse hacia atrás y sonreí. Pensé en las olas del mar, que tienen que estar alborotadas.
Al llegar a la costa, estaba todo como yo esperaba, las olas eran gigantescas incluso cerca de la orilla y sentí un gran placer al ver esa imagen de la playa. Me quité los zapatos y me acerqué a la orilla hasta que el agua me mojara los pies, aunque se me mojara parte del vestido por la fuerza de las olas.
Eché mis orejas hacia atrás, elevando un poco la cabeza y dejando que mi pelo se alborotara todo lo que el viento quisiera, dejando mi cola también de forma que el viento la maneje, acompañando la falda del vestido que volaba hacia atrás.
Sentía una sensación de libertad y extendí ambos brazos, dejando que mi lado siniestro se apoderara de mi mente, aunque sea un segundo, quería ser la chica dura de antes, me era muy difícil cambiar.