Chupachups para todos (libre)

Cansado del trabajo, y de la armadura, e incluso de mi deber divino, salí de casa a pasear para relajar la mente; sin ningún otro propósito. Me puse un par de pantalones viejos, y una camisa holgada y fresquita, llenandome los bolsillos de dulces y caramelos varios por llevar algo de comer. No tenía ganas de volver a casa hoy.

Comencé paseando tranquilamente por la zona residencial, echándole de vez en cuando un vistazo a los escaparates de las tiendas que me llamaban la atención por una cosa o por otra, pero acabé hartandome de tanto ruido, y cambié el rumbo, dirigiendome al tranquilo y sosegado bosque. Desenfundé mi primer caramelo empalado, y disfruté con su sabor a naranja ácida deshaciendose en mi boca. Qué bien que estaría que viese a Calec. Pero tenía entendido que trabajaba últimamente bastante, y no quería molestarle; aparte de que él podría encontrarme fácilmente.

Terminé mi turno en el bar, y tras cambiarme y guardar el uniforme en mi casillero. Salí cansada, no quería pasar por casa, Mori estaba durmiendo, y tenía comida...a pesar de lo mucho que lo quería prefería salir un poco a distraerme.
Caminé sin rumbo hasta los límites de la ciudad, y una vez allí distinguí el bosque, y suspirando resignada, ya que no se me ocurría otro lugar al que ir, me encaminé hacia el lugar.
Comencé a moverme entre los árboles, pero ir por el suelo era un tanto aburrido, por lo que me subí a un gran árbol y comencé a correr entre las ramas. Al poco pude distinguir un olor muy familiar. Y comencé a aproximarme con sigilo, hasta que el ángel quedó a mi vista. Me agazapé entre las ramas, observándolo con curiosidad y cautela.

Ya se me había terminado el chupachups naranja para cuando estaba a mitad de paseo, pero no quería otro... Así que selecioné de todas las golosinas un par de caramelos masticables de fresa, y comencé golosamente a saborearlos, continuando tranquilamente con mi paseo. Una sensación rara, ligeramente parecida a la que tenía cuando Calec estaba cerca, comenzó a asaltarme picándome el cogote. Puede que fuera otro gato.

Me giré, a uno de los lados del senderito no había nada... Y en el otro tan sólo una hoja que caía era lo que se movía. Seguí la trayectoria de dicha hoja y acabé por divisar una cola de gato, que me sonaba bastante. Sabía que su propietario, o propietaria si mis deducciones estaban en lo cierto; me miraba, por lo que saludé con la mano y una gran sonrisa mientras me giraba, esperando a que bajase de ahí, o al menos se identificase.

Maldije a la hoja, tanto sigilo para nada. Suspiré un poco resignada, ya no tenía caso esconderse. pero, sería seguro? bueno, era el novio de Calec...no podía ser malo, no? Salí ante su saludo y me senté en la rama, observándolo con cautela.
- Buenas- dije con un débil tono de voz al tiempo que movía la mano a modo de saludo.
- Mal´akh, no es así?- dije, ya que me costaba un poco aprenderme su nombre.

La gata, como yo había supuesto, salió de entre el ramaje espeso para permitirme verla y conocer que era Nawo. Amplié mi sonrisa sólo por ella, pero ya me intuía yo que ella era más bien reservada y prudente, por lo que no forcé demasiado la situación, o es intenté.

- Buenos días, Nawo-. Dije, asintiendo a su pronunciación de mi nombre, yo sabía que era un poco... inusual, y por tanto costaba un tanto-. ¿Qué tal el día?

Parecía simpático, o al menos su sonrisa lo parecía, por lo que descendí con un ágil salto del árbol, cayendo de forma silenciosa en el suelo. Aun mantenía las distancias, pero creí mas adecuado estar en tierra.
- Bien, cansada del trabajo, pero bien- dije sonriendo un poco- ¿y tu?- dije observándolo con curiosidad.

La ví saltar grácilmente desde la rama que la sostenía en alto hasta tocar tierra, fijándome en que su columna vertebral trabajaba igual que la de un gato usual, y en que no hizo el más mínimo ruido al tocar con los pies el suelo. Si no tenía cuidado, muchas mañanas Calec me mataría del susto si era así de sigiloso.

Me encogí de hombros suavemente ante su pregunta, me gustó su pequeña sonrisa porque era señal de que no se sentía incómoda conmigo.
- Pues en realidad aburrido, no sé qué hacer cuando se me acaba el trabajo de justiciero. He venido al bosque por hacer algo diferente a mi día a día-. Dije, notando que se me iban a acabar los caramelos masticables de los que estaba disfrutando.

Ladeé un poco escuchándolo ¿justiciero? ¿de que era ese trabajo? Sentía curiosidad por saber mas acerca de eso, por lo que me aventuré a preguntar, con cierta timidez.
- mmm...¿En que consiste ese trabajo?- Me imaginaba algo como...policía, o....juez? Me acerqué un poco con cautela, abandonando la seguridad del tronco del árbol.

Pareció que mi simple y llana respuesta le picó la curiosidad típica de su raza, al verla ladear la cabeza me recordó demasiado a Calec y me volvió a arrancar una gran sonrisa fácilmente. Pero la ví acercarse tímidamente, y se me encendió una bombillita con la idea de que movimientos bruscos podrían asustarla, y me quedé quieto cual estatua.

- Pues es como un oficio a tiempo completo. Cuando no estoy trabajando de abogado en el buffet resolviendo casos injustos, voy por ahí con mi armadura usando la fuerza del brazo de dios que me ha sido concedido. Supongo que no es muy normal dedicarse con tanto empeño a algo tan abstracto como el bien y la Paz Mundial; pero yo creo en ellas, y lucho por ellas-. Expliqué de manera breve pero clara, era obvio que más que dos empleos sólo tenía uno con dos faces.

Me detuve a unos metros de el, mientras escuchaba su explicación en silencio y mostrando gran curiosidad. Cuando termino, asentí un poco con la cabeza, dando a entender que lo había comprendido. Era un trabajo extraño el suyo, pero me parecía una gran vocación. Pero, todo tenía sus pros y sus contras, ¿no? Y yo le encontraba un gran contra a su trabajo, que debía tratar con humanos. Era cierto que en mi trabajo también, pero no debía defenderles, ni luchar por ellos en caso de injusticia.
Me acerqué un poco mas, mientras lo observaba.
-Mmm...opino que es un trabajo que te va como un guante- dije con una pequeña sonrisa, sin atreverme a sonreír mas. - Pero no es un trabajo que yo realizaría...- añadí en un tono mas bajo, tratando de no ofenderle por mi observación.

Su leve asentimiento me dió pie a pensar que me había comprendido, así que me alegré de poder explicarme bien una vez más. Hablando se entiende la gente. Pasito a pasito, se acercó más a mí, y yo le sonreí tranquilizadoramente con un brillo suave en la mirada al oirla.

- Tranquila, son muchos los que no lo harían. Pero los ángeles estamos al servicio de la humanidad, y es algo tan natural para nosotros como respirar -. Respondí, encogiendome de hombros suavemente, no podía imaginarme a mí mismo sin estar todo el día tratando de salvar a todo el que me encontrase por mi camino. Sintiendo el peso de los dulces en mis bolsillos, le pregunté-. ¿Quieres un caramelo?

Mediante el tacto, me seleccioné a mi mismo un par de caramelos masticables, mientras sacaba un puñado de golosinas y se lo mostraba, como un niño goloso.